DIVAGANDO



Era pues tu amor por mí lo que te embellecía así?”
“Mi querido señor:
Ya nos hemos mirado un minuto, dos minutos, una hora. Ya sabemos que querremos estar una hora, dos horas, tres horas, veinticuatro horas juntos. Sus besos tibios quedan impregnados en mi piel toda la noche, y aún así siento que no es suficiente. Sus reclamos de que lo mío es un capricho sólo me hiere, y espero los múltiplos de veinticuatro días o años para poder demostrarlo.
Señor, lo extraño siempre un poco más, mis ojos no se lo dicen?”